miércoles, 22 de febrero de 2017

México en la era Trump: el chivo expiatorio a escena

Mario Arroyo Juárez


Estados Unidos de América (EUA) ha utilizado a México como aliado, pero la mayoría de las veces como chivo expiatorio. Esto no es algo nuevo, es una constante histórica. Bajo esta tradición bilateral, con Donald Trump se alcanzarán los mayores niveles de hostilidad y afectación para a los mexicanos, sobre todo para los que viven y trabajan allá sin los documentos migratorios requeridos. Del recuento histórico quedan: la invasión de 1847 y la posterior cesión de más de la mitad del territorio; la invasión de Veracruz en 1914; la campaña xenófoba y antimexicana de los años treinta que concluyó con la aprobación en 1937 de la Marihuana Tax Act y con Lázaro Cárdenas del Río de este lado, cancelando los dispensarios que proporcionarían la cannabis a los adictos bajo prescripción y vigilancia médica. Los ataques racistas a mexicanos (hispanos) en los Ángeles en junio de 1943, conocidos como los Zoot Suit Riots y la acusación de inacción y corrupción de México ante el Opium Advisory Committee (OAC) de la Liga de las Naciones por parte del representante de los EUA, que dio origen a la primera campaña de erradicación de amapola y mariguana por parte del Ejército Mexicano en la década de los cuarenta y continuó hasta los años sesenta con el nombre de Canador: el programa de erradicación permanente de cannabis y adormidera.
Con estos hechos como telón de fondo, en septiembre de 1969 se estrenó en el escenario el nuevo paradigma de relación bilateral entre México y Estado Unidos: el modelo de Presión-reacción, que se ejecuta con alta visibilidad mediática desde que el presidente número 37 de los Estados Unidos, Richard Nixon, decidió sellar su frontera sur a través de la Operación Intercepción. Desde entonces esta tradición se reedita con  devoción republicana y sin admonición demócrata.
Nixon, al igual que Reagan, Bush padre, Bush hijo y Trump, escogieron la típica estrategia de “la ley y el orden” como su estandarte de campaña y programa de gobierno. Para los EUA, México era una fuente muy importante de opio y mariguana que de ser eliminada, demostraría el compromiso presidencial en la lucha contra las drogas. En 1969 en un discurso ante el Congreso, Nixon afirmó que las drogas “de un problema local esencialmente de policía” se “habían trasformado en una amenaza grave a la salud y la seguridad de millones de Americanos”. Así, la primera acción en su guerra contra las drogas fue destinar 30 millones de dólares y enviar los Departamentos del Tesoro y de Justicia a revisar en busca de drogas a uno de cada tres vehículos que cruzaban la frontera sur. Ante la medida unilateral, el presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz llamó a la operación “un error burocrático” y luego declaró que se había creado “un muro sospecha entre nuestros pueblos”. La Operación Intercepción fue un ejemplo clásico de presión diplomática directa y amenaza de sanción económica.
El 28 de septiembre, una semana después de iniciada la operación fronteriza, Nixon y Díaz Ordaz se reunieron y acordaron que la operación debía concluir, aunque se prolongó hasta el 10 de octubre. México accedió a firmar los protocolos que cambiaron la Operación Intercepción por la Operación Cooperación, denominado localmente Operación Cóndor, programa orientado fundamentalmente a la erradicación de mariguana y amapola. Este episodio allanó el camino y probó la utilidad del modelo presión-reacción, utilizado constantemente en los años ochenta y con particular precisión en los noventa.
El 12 de febrero de 1985, el exactor John Gavin, Embajador de los EUA en México salió a los medios de comunicación para anunciar que el agente de la Drug Enforcement Administration (DEA) Enrique Camarena, había sido secuestrado y asesinado en Guadalajara, Jalisco. La respuesta de EUA fue cerrar la frontera con México el 16 de febrero a través de la Operación Intercepción II. Los EUA argumentaron que estaban buscando drogas, pero en realidad lo que estaban exigiendo era celeridad en la investigación del secuestro y homicidio del agente antinarcóticos. Las revisiones fronterizas concluyeron el 25 de febrero, tres días antes el presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado había establecido comunicación con su contraparte, el ex actor y presidente 40 de los EUA, Ronald Reagan. Al igual que la primera Operación Intercepción, la segunda tuvo como resultado una insignificante cantidad de drogas decomisadas, no así la amenaza y presión norteamericanas que generaron la reacción mexicana: el 5 de marzo, el cuerpo del agente Camarena abducido el 7 de febrero frente al consulado de EUA en Guadalajara, fue encontrado junto a los restos de su piloto mexicano, Alfredo Zavala en un paraje del estado de Michoacán. 
En este contexto de alta visibilidad mediática generada por la introducción de grandes cantidades de cocaína a EUA y la aparición del crack en sus calles, el Congreso estadounidense aprobó en 1986 la Ley Antidrogas (Anti-Drug Abuse Act), cuya versión original incluía la pena de muerte para los grandes traficantes, postulado que fue rechazado por el Senado. Esta ley de carácter extraterritorial, establece como delito la elaboración o distribución de drogas fuera de los EUA pero que tengan la intención de ser introducidas en su territorio. Esta ley deja abierta la posibilidad de llevar ante su sistema de justicia, por cualquier medio que sea necesario, a cualquier persona que cometa delitos relacionados con drogas. Ejemplos de esta determinación extraterritorial fueron la abducción por parte de la DEA del mexicano Humberto Álvarez Machain para llevarlo y ser procesado por su supuesta complicidad en el homicidio de Enrique Camarena en suelo estadounidense, cargos de los cuales sería absuelto; o el extremo, iniciar una operación militar llamada “Causa Justa” el 19 de diciembre de 1989 para invadir Panamá y detener el 3 de enero de 1990 al entonces presidente, Manuel Antonio Noriega acusado de delitos relacionados con drogas y llevarlo ante la justicia estadounidense.
El 26 de octubre de 2006 George Bush, el presidente número 43 de los EUA presentó The Secure Fence Act –la Ley del Muro como se le conoció entonces– y señaló: “(la ley) Autoriza la construcción de cientos de miles de millas adicionales de valla a lo largo de nuestra frontera sur. Más barreras móviles, puntos de revisión e iluminación para ayudar a prevenir que gente entre a nuestro país ilegalmente. La ley autoriza al Departamento de Homeland Security a incrementar el uso de tecnología avanzada como cámaras y satélites y vehículos aéreos no tripulados para reforzar nuestra infraestructura en la frontera. Estamos modernizando la frontera sur de los Estados Unidos para podamos asegurar al pueblo americano que estamos haciendo nuestro trabajo para asegurar la frontera”. 
El 25 de enero de 2017 Donald Trump, actual presidente norteamericano firmó la Orden Ejecutiva denominada Border Security and Immigration Enforcement Improvements, algo así como Seguridad Fronteriza y Mejoramiento de la Aplicación de Leyes Migratorias, que en su sección 1 señala:“La seguridad en la frontera es críticamente importante para la seguridad nacional de los EUA. Extranjeros que entren ilegalmente a los EUA sin revisión o autorización representan un riesgo significativo a la seguridad nacional y a la seguridad pública. Estos extranjeros no han sido identificados o inspeccionados por agentes federales de inmigración para determinar su calidad de admisión a los EUA. El reciente incremento de inmigración ilegal en la frontera sur con México ha significado una presión a los recursos federales y sus saturadas agencias responsables con la seguridad fronteriza y la aplicación de las leyes migratorias, así como de las comunidades locales en las cuales la mayoría de los extranjeros se distribuyen.” Y para que no quede duda, en la sección 3 establece que “Wall” (muro) debe entenderse como un muro físico contiguo o cualquier otra barrera física segura, contigua e impenetrable” en la frontera entre Estados Unidos y México.
Debe quedar claro que el problema que México enfrenta no es sólo Donald Trump o su incontinencia tuitera, sino una política pública de Estado hoy defendida y aplicada por una legión de estadounidenses en posiciones de élite que tienen como doctrina y principio el considerar a los extranjeros –y particularmente a México y su población– una amenaza a la integridad de “su” proyecto histórico. 
Para clarificar este punto y más allá de la recomendación siempre bienvenida de Carlos Slim para leer los libros de Donald Trump, mi sugerencia es revisar los textos del respetado profesor Samuel Huntington, quien luego del éxito de su libro El choque de civilizaciones(Clash of civilizations) siguió adoctrinando a las élites estadounidenses con su libro ¿Quién somos? (Who are we?), donde con aparente ciencia reflexiona lo siguiente, haciendo referencia a un publicista estadounidense de origen mexicano: “La continuación de altos niveles de inmigración mexicana e hispana, más los bajos niveles de asimilación de estos inmigrantes a la sociedad y cultura americanas, podrían eventualmente convertir a América en un país de dos idiomas, dos culturas, dos naciones. Esto no sólo transformará América. También traerá profundas consecuencias para los hispanos, que estarán en América pero no en ella. (Lionel) Sosa concluye su libro El Sueño Americano alentando con estas palabras a los emprendedores hispanos. “¿El sueño americano? Existe, es una realidad, y está ahí para compartirlo con todos nosotros”. Pero está equivocado. No hay “American Dream”. Sólo existe el Sueño americano creado por una sociedad Anglo Protestante. Los mexicoamericanos compartirán y estarán en esa sociedad sólo si ellos sueñan en inglés”. 
Al buen entendedor sólo le queda redefinir la manera en que enseñamos, aprendemos y actuamos en materia de seguridad nacional; de lo contrario, seguiremos cada temporada teatral representando el papel de chivo expiatorio con el libreto y parlamentos que nos indique nuestro guionista y vecino del norte.


VII Conferencia Internacional para la Administración de la Seguridad y Fuerzas del Orden,

La mejor plataforma en México para conocer las tendencias y regulaciones que definen las políticas públicas. Aquí el programa: http://www.exposeguridadmexico.com/…/Conferencia-Seguridad…/



viernes, 17 de febrero de 2017

INSPIRE. Siete estrategias para poner fin a la violencia contra los niños y las niñas

                                                              Resumen

[Prefacio]. Imagínese si al despertar esta mañana hubiera escuchado en las noticias el anuncio de que los científicos han descubierto una nueva enfermedad a la cual están expuestos cada año hasta mil millones de niños y niñas en todo el mundo. Imagínese que, como consecuencia de ella, estos niños quedaran expuestos por el resto de su vida a un mayor riesgo de padecer enfermedades mentales y trastornos de ansiedad, enfermedades crónicas como las cardiopatías, la diabetes y el cáncer, enfermedades infecciosas como la infección por el VIH y problemas sociales como la delincuencia y el abuso de drogas. Si existiera una enfermedad así, ¿qué haríamos? La verdad es que, de hecho, esa “enfermedad” sí existe: se trata de la violencia contra los niños y las niñas. Por eso, una de las primeras cosas que debemos hacer es apoyarnos en la evidencia que ya tenemos para tomar medidas inmediatas, eficaces y sostenibles a fin de prevenirla. La comprensión y la prevención de la violencia contra todos los niños y las niñas desde que nacen hasta los 18 años de edad están avanzando rápidamente. Aunque es necesario hacer una inversión mayor para aumentar nuestros conocimientos acerca de la major manera de prevenir esa violencia, ya contamos con la evidencia suficiente para que podamos acabar con ella y reemplazarla con entornos seguros, estables y enriquecedores donde los niños y las niñas puedan desarrollarse plenamente.
 
Edición original en inglés: INSPIRE Seven Strategies for Ending Violence Against Children © World Health Organization 2016. ISBN 978 92 4 156535 6http://iris.paho.org/xmlui/handle/123456789/33741?locale-attribute=es

jueves, 16 de febrero de 2017

¿Estado ausente o descomposición social? El caso de Monterrey, N.L. México

Conferencia impartida por Gerardo Saúl Palacios Panamés, 22 febrero, 6PM ¡Asiste!

Mayores Informes y más recursos entra a:

http://www.inacipe.gob.mx

miércoles, 15 de febrero de 2017

Seguridad sin adjetivos

Parche legislativo que no resuelve de fondo el problema de la inseguridad en México

Mario Arroyo Juárez

Cd. de México (12 febrero 2017).- En el Congreso de la Unión se analizará con urgencia y sin diagnóstico una nueva iniciativa de Ley de Seguridad Interior. La premura tiene una explicación clara: el secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda, alzó la voz y solicitó legislar en la materia: "Mi balance es que en 10 años que se determinó que se reconstruyeran las policías, todavía no las vemos reconstruidas hay un número importante de muertos que no debería estar sucediendo falta compromiso de muchos sectores para que esto pueda caminar, no es un asunto que se va a resolver a balazos, requiere de otros componentes que tampoco ha habido los esfuerzos importantes y necesarios presupuestos para atender estas situaciones". Inédita declaración, precisa y contundente.

La pregunta a los legisladores que habrán de analizar las contrapuestas iniciativas sobre el tema es: ¿en verdad necesitamos una Ley de Seguridad Interior? ¿Acaso la reforma constitucional en materia de seguridad pública aprobada por el Senado de la República, literalmente al cuarto para las doce del 17 de junio de 2016 va a ser postergada? Los argumentos de los grupos parlamentarios para modificar la Constitución fueron que se quería tener mejores instituciones policiales y esa reforma, aprobada unos minutos antes de que se diera el martillazo simbólico de la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia, está detenida. Sin capacidades y un marco jurídico para las policías, aunque todos levantemos la mano, o las dos, incluyendo a los legisladores, las Fuerzas Armadas nunca regresarán a sus cuarteles.

Además de los motivos expresados por el secretario de la Defensa en diciembre de 2016, conviene revisar los motivos de los principales partidos para legislar sobre la materia. Para el PRI, la Ley de Seguridad Interior es necesaria porque "la seguridad se ve afectada, en diferente forma, por amenazas tradicionales y por nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos de naturaleza diversa, tales como: el terrorismo, la delincuencia organizada, el problema mundial de las drogas, la corrupción, el lavado de activos, el tráfico ilícito de armas y las conexiones entre ellos". Para el PAN, porque es necesario "enfrentar amenazas emergentes de naturaleza no estatal como el narcotráfico, el terrorismo y el cambio climático". Según el PRD, "la sociedad mexicana se encuentra actualmente atrapada entre el asedio de los grupos de la delincuencia organizada, la ineficacia y corrupción de muchas de sus corporaciones policiacas, la actuación sin un marco legal claro de las Fuerzas Armadas en labores de seguridad pública y la constante violación a derechos humanos por diversos cuerpos de seguridad, sean civiles o militares".

Es notable el contraste entre las propuestas legislativas y la información empírica disponible. De cada 100 delitos que se cometen en México, sólo seis son del fuero federal y, por tanto, sólo ese reducido universo será materia de la nueva Ley de Seguridad Interior. Es decir, seguirán los mismos niveles de criminalidad, victimización y percepción de inseguridad, ya que los delitos del fuero común seguirán sin ser investigados y perseguidos. En el mejor de los casos, la nueva ley regulará sólo la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles, mientras llega ese momento indefinido en que las policías tengan capacidades suficientes.

En 2005, se aprobó la Ley de Seguridad Nacional, criticada en su momento por dejar de lado a las Fuerzas Armadas, y se le llamó "Ley del CISEN", un ordenamiento que regulaba sólo al Centro de Investigación y Seguridad Nacional. Ahora, se busca regular una situación de facto y será "La Ley de las Fuerzas Armadas". Hace unos años fue la "Ley de la Policía Federal", y quizás mañana alguien propondrá "La Ley de la Guardia Nacional", que lleva dormida 100 años en el artículo 31 de la Constitución, que a la letra dice que es obligación de los mexicanos: "Alistarse y servir en la Guardia Nacional, conforme a la ley orgánica respectiva, para asegurar y defender la independencia, el territorio, el honor, los derechos e intereses de la Patria, así como la tranquilidad y el orden interior".

Todo indica que, en la lógica del pragmatismo legislativo y en la tónica de acuerdos cupulares, la Ley de Seguridad Interior será aprobada. Coyunturalmente, se dará relativa certeza a los integrantes de las Fuerzas Armadas, que arriesgan su vida, su bienestar familiar e incluso su libertad para protegernos, pero no nos engañemos, este parche legislativo no resuelve de fondo los factores que generan la inseguridad en México.

Las preocupaciones de que la balanza de la gobernabilidad se incline hacia una opción militar tienen fundamentos, no sólo en la avanzada legislativa que se pretende, sino en el desdén a construir instituciones policiales sólidas. En 2017, el Presupuesto de Egresos de la Federación consideró para Seguridad y Justicia 74 mil millones de pesos, que incluye sólo a la Secretaría de Gobernación, Procuraduría General de la República y el Programa de Fortalecimiento para la Seguridad; para la Secretaría de la Defensa y la Secretaría de Marina se designaron 95 mil 744 millones de pesos. Más allá de la distribución presupuestal, que sólo en recursos federales suma más de 170 mil millones de pesos (8 mil millones de dólares con un tipo de cambio de 21 pesos), hay que redefinir la arquitectura del Estado mexicano en seguridad y justicia, no con parches legislativos, sino con una reforma de gran calado que trascienda un periodo legislativo en puerta o votaciones de madrugada.

La discusión tampoco es si se está o no militarizando la seguridad pública, ambas opciones son obsoletas y carentes de viabilidad en una sociedad democrática. Es necesario abandonar los conceptos autoritarios de orden, paz pública y preeminencia en la investigación y persecución de delitos y faltas administrativas. Se requiere avanzar en una legislación de seguridad que proteja y promueva los derechos fundamentales de las personas. Eso hay que ponerlo claro y sin prisas en una reforma constitucional y leyes secundarias por un Poder Legislativo sin apremio, un Poder Ejecutivo sin presiones y un Poder Judicial participativo.

Parafraseando a Enrique Krauze, lo que México necesita es seguridad integral, universal y cotidiana, una seguridad sin adjetivos.

http://www.reforma.com/aplicacioneslibre/articulo/default.aspx?id=1043391&md5=de4435aadaf389802bd780df35fd445e&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe

miércoles, 8 de febrero de 2017

VII CONFERENCIA INTERNACIONAL PARA LA ADMINISTRACION DE LA SEGURIDAD Y FUERZAS DEL ORDEN

En el marco de #ExpoSeguridadMexico2017.

¡No te quedes fuera e inscríbete hoy mismo!

Conoce el programa, los costos y regístrate dando click aquí: http://bit.ly/2jeDLUQ

FORO DE INNOVACIÓN Y SOLUCIONES EN SEGURIDAD FISSE 2017

No te lo pierdas. Se llevará a cabo en el marco de #ExpoSeguridadMexico2017.

¡No te quedes fuera e inscríbete hoy mismo!

Conoce el programa, los costos y regístrate dando click aquí: http://bit.ly/2jLOF7L


Ser policía en México. ¿Motivo de admiración o desconfianza?


Averígualo:


jueves, 2 de febrero de 2017

¡Toda la información de Expo Seguridad México en un sólo lugar!

Descarga la aplicación móvil. Búscala como Expo Seguridad en Google Play y App Store 



Seguridad interior: otro dilema del 2017

La contribución de Raúl Benítez Manaut al Blog de NEXOS: Prevención y Castigo.



El 10 de enero de 2017 iniciaron los debates en el Congreso sobre la regulación del uso de la fuerza en el país o lo que se ha denominado como “debate sobre la Ley de Seguridad Interior”. ¿Qué instituciones y quién les debe dar la orden de acción? ¿Sobre qué leyes? ¿Quién cuenta con capacidades y para qué contingencias? Estos son los temas que se debatirán a raíz de los llamados a la acción legislativa por parte del general Salvador Cienfuegos debido a que: los legisladores no han establecido en la ley los límites que debe observar el ejército en operaciones de seguridad; no hay respaldo presupuestal para las fuerzas armadas; el nuevo sistema de justicia penal no opera como debería; las policías no hacen el trabajo para el que se les paga y los estados no han reformado sus policías en los últimos 10 años