Publicado en La Razón, 30 de julio de 2010.
La publicación de los resultados de las encuestas nacionales sobre inseguridad (ensi’s) que ha realizado el ICESI ha provocado molestia en algunos gobernantes, que, en cambio, no parecen molestarse por la inseguridad que se vive en sus entidades. Escándalo inaudito, irritación aguda: un organismo ciudadano revela cifras que ponen de manifiesto —¡vaya osadía!— que las cosas no están marchando bien.
Esa contrariedad me hace recordar un estupendo relato de Borges, Los espejos velados. El personaje siente horror ante los grandes espejos, “su infalible y continuo funcionamiento, su persecución de mis actos”; teme ver desfigurado en ellos su rostro por adversidades extrañas. “Uno de mis insistidos ruegos a Dios y al ángel de mi guarda —dice— era el de no soñar con espejos”. El espejo no crea la realidad, sólo la refleja. Por eso cuando la madrastra de Blanca Nieves le pregunta al suyo quién es la más bella de la comarca, la respuesta no es la que la malvada reina, cuya belleza empieza a marchitarse, hubiera deseado. Ella ya no es la más hermosa. El espejo puede revelar cosas espantosas. Perseo logra paralizar a las gorgonas haciéndolas ver sus rostros contorsionados.
Cambiar la realidad nunca ha sido tarea fácil. Es mucho más sencillo impedir que sea exhibida: sacar los espejos o ponerles velos. Pero quienes padecen hechos que deterioran gravemente su calidad de vida, que los lastiman y los agobian, no pueden conformarse con que tales sucesos sean soslayados. La tarea del ICESI ha sido la de mostrar la situación de la seguridad pública y el desempeño de las autoridades responsables de la materia, y para cumplirla ha utilizado con el mayor rigor el instrumento que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) considera más idóneo: la encuesta victimológica.
Todos quisiéramos que los datos que se desprenden de las ensi’s fueran más amables o menos amargos. Pero los hechos son como son y no como quisiéramos que fueran. Nunca se ha modificado la realidad negándola o disimulándola. Por el contrario, el punto de partida para irla cambiando gradualmente es conocerla y reconocerla.
El ICESI se ha afanado en descubrir y dar a conocer la magnitud de la criminalidad. Por eso gobernantes de todos los signos políticos han querido sacarlo de la escena pública: los tics autoritarios no son monopolio de ningún partido. Por eso los organismos ciudadanos que enarbolan la misma causa que el ICESI no aceptan la decisión de que sea excluido.
Cambiar la realidad nunca ha sido tarea fácil. Es mucho más sencillo impedir que sea exhibida: sacar los espejos o ponerles velos. Pero quienes padecen hechos que deterioran gravemente su calidad de vida, que los lastiman y los agobian, no pueden conformarse con que tales sucesos sean soslayados. La tarea del ICESI ha sido la de mostrar la situación de la seguridad pública y el desempeño de las autoridades responsables de la materia, y para cumplirla ha utilizado con el mayor rigor el instrumento que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) considera más idóneo: la encuesta victimológica.
Todos quisiéramos que los datos que se desprenden de las ensi’s fueran más amables o menos amargos. Pero los hechos son como son y no como quisiéramos que fueran. Nunca se ha modificado la realidad negándola o disimulándola. Por el contrario, el punto de partida para irla cambiando gradualmente es conocerla y reconocerla.
El ICESI se ha afanado en descubrir y dar a conocer la magnitud de la criminalidad. Por eso gobernantes de todos los signos políticos han querido sacarlo de la escena pública: los tics autoritarios no son monopolio de ningún partido. Por eso los organismos ciudadanos que enarbolan la misma causa que el ICESI no aceptan la decisión de que sea excluido.