martes, 23 de septiembre de 2008

México: aliado o chivo expiatorio

A lo largo de la historia, mientras los Estados Unidos de América han luchado por alcanzar los objetivos planteados en sus estrategias de seguridad nacional, México ha jugado un papel importante, no tanto como aliado, sino como blanco de dichas políticas o, en su defecto, como chivo expiatorio de sus fracasos. Después de los ataques terroristas del 11/S, este patrón tiende a repetirse: México sirve una vez más como actor de reparto, representando el papel de una frontera porosa que debe ser sellada para proteger a la Homeland de la amenaza del terrorismo. Desde la óptica gubernamental de Estados Unidos, el pueblo estadounidense está en "guerra", y la contienda no sólo es militar sino que también es una "cruzada" política y moral. Para México es urgente reconocer y entender las premisas en las que se basa esta nueva guerra atemporal contra un enemigo no convencional: 1. Para ellos la situación de guerra es real; 2. El tema servirá para impulsar su amplia gama de intereses globales y regionales; 3. El tema del terrorismo no es un tema transitorio o partidista, ya forma parte de la estructura social estadounidense.
La pregunta para México es si esta perspectiva estadounidense hacia el terrorismo seguirá el mismo derrotero que los asuntos relacionados con la producción, tráfico y consumo de drogas ilegales: un escenario caracterizado por la presión de Estados Unidos para imponer políticas, y la de México para aplicarlas. Considerando los resultados de la lucha antidrogas, lo más conveniente sería que las dos naciones encontraran nuevas formas de cooperación, y utilizaran el tema del terrorismo para reimpulsar de nuevo la agenda bilateral, incluyendo por supuesto el tema de la migración. Estados Unidos necesita decidir si usará a México como chivo expiatorio en su guerra global contra el terrorismo o adoptará un enfoque más comprensivo e incluyente que incorpore a México dentro de su estrategia de seguridad nacional como un aliado y no como subordinado. México, en este sentido, ha sido corto de visión al incluir en la relación bilateral sólo los temas migratorio y comercial, dejando fuera el tema de la seguridad, pero sobre todo relegando hacia adentro la reforma de su propio sistema de seguridad, que se ha convertido en una condición indispensable de Estados Unidos para avanzar en cualquier otro tema. La falta de entendimiento y de cooperación puede debilitar la efectividad de las medidas de contraterrorismo, no sólo en la frontera común, sino dentro del propio territorio mexicano, poniendo en riesgo las vidas y propiedades tanto de mexicanos como de estadounidenses. Para transitar a una nueva era de cooperación activa, ambas naciones necesitan superar las deficiencias de sus actuales estrategias bilaterales de seguridad.

Deficiencias en las estrategias

Las debilidades de la estrategia de seguridad de Estados Unidos desde una perspectiva mexicana pueden dividirse tres: la "guerra contra el terrorismo" parte de una posición unilateral; Washington aborda el terrorismo y la migración en un mismo sentido político y de pánico moral y, como consecuencia de este tipo de abordaje, se promueve una mezcla de miedo y xenofobia en contra de la migración en general, y mexicana en particular (ya sea legal o ilegal). Entre las consecuencias que la "Ley del Muro" puede traer, está el aislar a México de Estados Unidos, rompiendo así cualquier acercamiento con uno de sus más cercanos aliados naturales. Esto no sólo afectará las relaciones diplomáticas, sino que también restringirá el libre movimiento de mercancías y de miles de ciudadanos, y en el caso de los estadounidenses que visitan o viven en México, habría que preguntarse: ¿dónde empieza y dónde acaba la protección de los ciudadanos norteamericanos, tomando en cuenta la capacidad y letalidad del terrorismo internacional?

Las debilidades de la estrategia mexicana contra el terrorismo internacional son diversas. En principio, México para poder establecer un diálogo y cooperación con Estados Unidos, tendría que reconocer que los ataques del 11/S también fueron un atentado contra su seguridad nacional, si no por alguna razón sofisticada, por el solo hecho de que entre las víctimas del World Trade Center de Nueva York, varias eran de nacionalidad mexicana. Como es sabido, la alta prioridad del terrorismo en la agenda del presidente George Bush alteró la principal prioridad de México: el tema migratorio. No obstante, México no ha definido una estrategia de seguridad nacional que le permita no sólo sobrevivir como nación en un mundo de riesgos globalizados, sino también ampliar su poder nacional. Tampoco México ha sido capaz de cambiar radicalmente el sistema de procuración y administración de justicia, que hoy es incapaz de resolver la demanda creciente de servicios que le imponen la delincuencia común y la organizada, y que estaría inerme ante un ataque potencial del terrorismo doméstico o internacional. Finalmente, otra falla de México es su incapacidad para brindar seguridad en sus fronteras, y por supuesto la inefectividad de las políticas públicas para retener a su fuerza laboral en el país y reducir la pobreza.

La advertencia para ambos gobiernos es que los temas de migración y terrorismo deben abordarse con un enfoque de políticas públicas (policy) y no en términos políticos (politics). En caso contrario, se pueden generar consecuencias no deseadas, iniciando lo que sería un "choque de culturas". En este escenario las dos naciones tienen responsabilidades iguales: cada una debe corregir las fallas de sus actuales estrategias de seguridad con el propósito de construir una relación de entendimiento mutuo, basado en la cooperación y la tolerancia cultural.

Publicado en Enfoque, Reforma 09 septiembre 2007.